Kaqla

Nací el 30 de junio de 1980. Tenía cuatro meses cuando mi padre fue asesinado por los soldados… y, bueno, mi madre me dijo la verdad acerca de lo que había sucedido. Que fuimos perseguidos por el ejército, que tuvimos que huir y que no debíamos decirle la verdad a nadie porque nuestras vidas estaban en peligro. Siempre teníamos que inventar una historia diferente para contarle a la gente, porque mi madre nos dijo que era muy peligroso decirles la verdad a otras personas aquí en la capital… Mi padre Reyes y mi hermano mayor Daniel fueron asesinados por los soldados en 1980 en nuestra aldea, Macalajau, Uspantán, que queda en el departamento del Quiché, al norte de Guatemala. Otro de mis hermanos, Demetrio, fue secuestrado [en aquel entonces]. Mi hermana mayor, Bernadina, fue secuestrada en 1983 aquí en la capital. Todavía no la hemos encontrado; sigue desaparecida.

Quiero decirle que para mí la guerra me ha afectado más que ninguna otra cosa en la vida… tenemos problemas, problemas psicológicos. Ooh, y creo que lo más difícil de la guerra es que perdimos el proceso de nuestra vida, nuestra infancia, muchas cosas que nunca se van a poder repetir.

Mi familia, sí, tuvo una participación directa en la guerra. Mi padre apoyaba a la guerrilla, era una persona convencida de que las cosas necesitaban un cambio en nuestro país porque los pueblos indígenas son muy pobres y es muy difícil mejorar su situación. La vida en las comunidades era muy difícil y mi padre pensó que era necesario pelear, y así fue como los soldados lo asesinaron.

Pero mi mamá siempre nos dijo la verdad, siempre supimos la verdad de las cosas que habían pasado. Creo que lo más difícil fue que nosotros siempre tuvimos que mentir, y tuvimos que cambiar de nombres, toda mi familia tuvo nombres diferentes. Mi hermano, mi hermana, mi papá, mis tíos, habían sido asesinados en mi comunidad. Todavía en el 83, mi hermana fue secuestrada, entonces nosotros habíamos quedado todavía perseguidos por los militares. Entonces tuvimos que cambiar muchas veces de casa. Aquí en Guatemala, en la ciudad, y después todos mis hermanos fueron internados en distintos lugares.

Tengo familia que tuvo que ir a México, y familia que huyó a España y que viven allá después de la guerra. Mi mamá nunca se fue, que es otra parte de la historia también. Mis tíos y todos, porque todos los varones pensaron en ellos, pero nadie piensa en mi mamá con sus hijos. Y además que sabían que los que estaban solteros, o los que tenían menos hijos, podían huir, pero mi mamá era una mujer con ocho hijos, entonces, nadie nunca pensó en ella. Mi mamá prácticamente fue abandonada a su suerte aquí en la capital.

Hasta el momento, pues nosotros hemos tenido que pelear mucho y sufrir este proceso para volver a reivindicar nuestros derechos. Por mucho tiempo tuvimos miedo, tuvimos mucho miedo de nuestra historia, lo que nos podía pasar. Pensamos en olvidar lo que nos había pasado, pero hoy más que nunca creo que nosotros no debemos olvidar lo que pasó. Y que toda la gente tiene que saberlo, es necesario que la gente lo sepa, porque es increíble las historias que aquí en Guatemala han ocurrido.

Los que estamos aquí tenemos un final feliz. Tenemos la oportunidad de estudiar en la universidad. Así que pienso que esto es lo que debemos valorar, tenemos que estar agradecidos por tener esta oportunidad. Somos suertudos de tener esta historia diferente. Pero no es la historia común, porque otras familias todavía viven en la pobreza. Y a veces cuando miro a los lustradores, cuando miro a la gente que está en prostitución, o todas estas personas que están trabajando en casa y todo, han tenido una situación diferente a la nuestra.

O sea, nosotros fuimos afortunados en ese sentido, pero aún así, creo que no hemos podido superar. Nuestra sociedad no puede superar la realidad, todavía vivimos muy divididos, seguimos sufriendo todavía el racismo, la discriminación, la exclusión. Pues, yo lo que creo es que si por lo menos a mí, lo que más afecta…

Lo que creo es que ya perdimos mucho en la guerra. O sea, mi papá tuvo una ideología, mi mamá, mi familia, y tuvieron una participación muy activa en los cambios del país. Ya había perdido mucha familia o sea, perdimos tantas cosas, y yo ya no quiero que me siga afectando la guerra, ya quiero superar, porque creo que mientras nosotros no estemos fortalecidos, difícilmente vamos a apoyar otras personas.

Hay mucha gente que todavía está afectada y que tiene que salir de esto, y entonces creo que nosotros tenemos que fortalecernos mucho, como víctimas de la guerra, como sobrevivientes, porque al final eso somos. Somos sobrevivientes. Perdimos lo único que teníamos, nuestras relaciones familiares, ¿verdad? Perdimos procesos de nuestra existencia que nunca volveremos a recuperar. Jamás.

El sentimiento de sobrevivencia llegó de mi madre al protegernos. En el camino encontramos a personas buenas que nos apoyaron. Aunque nuestro destino ya estaba marcado… mi mamá no podía hablar español, estar en una ciudad tan grande y racista con ocho hijos, pues seguramente nosotros tendríamos otro destino que no es éste que tenemos ahora. Sin embargo, nosotros logramos desafiar el destino, y estamos vivos.

Si me preguntan si yo soy resentido, yo no creo que sea resentido, pero creo que las cosas duelen, muy difícilmente vamos a olvidarlas también. Sí duró mucho el dolor y el sufrimiento, pero creo que todo esto lo podemos transferir, o por lo menos, yo lo que he hecho es que todo esto, producto de dolor que yo tengo, lo he convertido en energía, que día con día me permite continuar. Por todo este problema, yo pasaba muchas crisis, emocionales, psicológicas, muy fuertes, y he tenido que estar en tratamiento para poder continuar. Porque, sí, a veces, uno no ve la luz al final del túnel.

En el trabajo que había realizado puedo ver a personas que están muy afectadas, sobre todo los casos de exhumación, así en el encuentro de su familiares desaparecidos. Yo me doy cuenta que no estoy preparado para apoyar a la gente porque me siento muy afectado. Todavía no he superado eso y no es que quiero olvidar. Ahora más que nunca quiero tener presente todo lo que pasó en la guerra, y quiero decirlo, porque creo que eso la afectó mucho a mi mamá, a mis hermanos y todos quienes han tenido que callar toda la historia, y que han tenido que crear, inventar historias, cambiar la verdad para que no les pase nada.

Yo realmente desee estudiar derecho. Antes quería estudiar periodismo, pero estudié derecho porque trabajando me di cuenta que se cometían muchos abusos a nosotros, por nuestra calidad de indígenas. Creí un momento que con nuestra profesión podemos apoyar mucho, como abogado yo puedo aportar mucho a los cambios en mi país, y trabajar para evitar el abuso en contra del Pueblo Maya, que todavía persiste.

Creo que todos los niños deben saber la verdad de lo que pasó, porque tienen que conocer la historia de su país. Si no, se pierde la memoria. En el caso de nuestros sobrinos, por lo menos que sí tengo sobrinos, creo que ellos deben saber de dónde vienen, quién era su abuelo, quién es su abuela, quiénes son sus tíos.

Ellos pueden tener un contexto diferente ahora, pero ellos deben saber la verdad, porque sólo eso los va a hacer a ellos personas coherentes, con su discurso, y personas que realmente valgan la pena. Y además, porque ellos deben luchar por todos los hechos horrendos cometidos en la guerra, para que no vuelvan a suceder nunca.